Ndoki Bueno y Maléfico

Los hombres se dividen en dos clases. El bandoki y luego el basembi-bankete-bambwesi, tres nombres para designar el comportamiento del ndoki bueno, los que no tienen el kindoki.

El ndoki no se comporta como un hombre normal. Su nerviosismo se refleja en su rostro: su máscara es extremadamente móvil. Cambia de lugar en cualquier momento para escapar de los fetiches del pueblo o de la casa, no solo de noche, cuando viene a bailar frente a las chozas de sus futuras víctimas, sino incluso en mitad del día. No se queda callado; no puede mantener la perfecta quietud, la actitud relajada que a tantos negros les gusta saborear durante largas horas.

El ndoki tiene la ntala zole «doble mirada». En el pasado, solíamos hacer desaparecer a los niños bizcos; en la actualidad, esta enfermedad en los adultos impide al menos relaciones normales.

El ndoki puede matar con una sola mirada: disu difwa, tiene un ojo homicida. Con su ojo brillante, puede fascinar a su víctima hasta el punto de privarlo de toda posibilidad de movimiento e incluso de toda conciencia. Solo se necesita una mala poción, un simple toque, una simple agitación, incluso una sola palabra para matar a su oponente. Tiene «dos lenguas», es decir que su gran simpatía exterior sólo sirve para cubrir mejor el veneno y el veneno del que esta lleno.

Cuando invita a alguien a una comida en común, y es costumbre para esto, le presentará la comida con las manos sucias y las uñas sin cortar. Y el infeliz sin desconfianza pronto sentirá su cabeza arder, violentos dolores intestinales lo torturarán y le será imposible dormir en paz. El ndoki tiene su propia comida «se come a los hombres». Disimuladamente «golpea» a su víctima y tan pronto como ha chupado su sangre, abandona el cadáver. A veces, sin embargo, sustituye el cuerpo por el de una cabra que deja corromper y extrae de la carne podrida una fuerza mágica completamente nueva.

El ndoki codicia y afecta principalmente a las jóvenes, sin que ellas se den cuenta; las golpea antes de la esterilidad. Así apacigua su hambre, como el hombre común come carne y verduras.

Los ojos del ndoki moribundo permanecen abiertos de par en par y tratar de cerrarlos es una pérdida de tiempo. Su cuerpo desprende un olor característico. En cuanto a él, se convierte en uno de esos espíritus malignos que deambulan por la tierra y que el perverso nganga utilizará para influir en sus fetiches en detrimento de los pobres mortales.

Estos espíritus ndoki pueden viajar por el aire; también a la vista de las estrellas fugaces los negros gritarán: «Mira a los ndoki y los nganga-ndoki que vienen a comerciar con los hombres».

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